jueves, 25 de abril de 2019

El pinche complot mongol

El pinche complot mongol
Wenceslao Vargas Márquez

En octubre de 2017 publiqué la nota titulada El detective de Ishiguro. Por supuesto que me refería al detective Christopher Banks que creó Kazuo Ishiguro, premio Nobel de Literatura de ese año. Ishiguro lo presenta en su novela fantasmagórica, densa, kafkiana, titulada Cuando fuimos huérfanos. Leí la novela y la comenté porque para mí era un detective nuevo y había que conocerlo y festejarlo.

La novela policiaca puede tener dos variantes, dicen algunos teóricos. En el planteamiento clásico se debe descubrir un misterio, el nombre de un criminal, la identidad de un asesino. En otro planteamiento, el preferido de -José- Luis Borges, la identidad del asesino es conocida y de lo que se trata es de seguir los razonamientos sicológicos del criminal. 

De este tipo es El túnel, de Sábato, que no es exactamente policiaca pero trata de un crimen. Para mí es el modelo de Borges para el caso; y nunca sabré si Borges coincidiría con lo que digo. El primer párrafo del capítulo uno de El túnel dice: “Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona”. ¿Para qué leer, perdón, LER, si ya sabemos quiénes son el asesino y la víctima? El atractivo está en que de ahí en adelante hay que seguir los apasionados razonamientos de Castel para asesinar a la mujer que amaba. Esa es la tensión de la novela.

La afición a la novela policiaca me ha llevado a conocer a los clásicos mundiales del género, al Sherlock Holmes de Doyle, al Poirot de Agatha Christie, al padre Brown de Chesterton, al Pembleteon de Doctorow, etc. Incluso Jesús, conocido como el Cristo, también ha sido detective en la hilarante novela El asombroso viaje de Pomponio Flato, de Eduardo Mendoza, merecedor del premio Cervantes. Nos ha llevado también a conocer a la escasa producción de novela policiaca mexicana. 

Un autor es el tamaulipeco Rafael Ramírez Heredia y su detective es If, una autora es Ana María Maqueo con ambientación en Veracruz y con personajes que viajan en ADO. Uno de los principales autores vivos en México (vivísimo) es Paco Taibo II, admirado y respetado por sus novelas policiacas. Las he leído creo todas y he visto las que se han llevado al cine. Su detective se llama Héctor Belascoarán Shayne y lo revivió en la pantalla grande Pedro Armendáriz jr.

Imagen Cinemex
Una novela de detectives, famosa, fundamental en la literatura mexicana es El complot Mongol escrita por Rafael Bernal (1915-1972). Pedro Armendáriz jr., el actor que hizo al Belascoarán de Taibo, hizo también la primera versión del detective de El Complot Mongol, Filiberto García, en 1977. La novela se publicó en 1969. Ahora circula la segunda versión fílmica donde Damián Alcázar hace las veces del detective Filiberto García y a quienes hemos tenido oportunidad de leer la novela y conocer las dos versiones fílmicas (1977 y 2019) nos parece casi necesario comparar, incluso sabiendo que las comparaciones son odiosas. 

Cuando supe hace meses que actuarían en esa novela negra de detectives tanto Xavier López (Chabelo, pero en el papel de Xavier López) como Eugenio Derbez, tuve mis dudas acerca de si superarían su nicho actoral en la comedia para dar el ancho en la película.

Financiado por mi madre y acompañado de mi hija mayor fuimos los  primeros en entrar a la primera función del primer día. De ese tamaño el interés. Y con el transcurso de la película las inevitables comparaciones. Diré las principales. 

En cuanto al detective Filiberto García entro en dificultades al intentar declarar quién es mejor, si Pedro Armendáriz en 1977 o Damián Alcázar en 2019. Ante la seria dificultad mejor un empate y evadimos (¡) el compromiso. En cuanto a la pinche Martita, Blanca Guerra habla en español ‘normal’ y viste ropa ‘normal’ en 1977, pero Bárbara Mori en 2019 se preocupó por hablar el español con fuerte acento chino y su caracterización me parece superior; indudable. 

El abogado soplón que caracterizó Ernesto Gómez Cruz (un actor de primera línea) me parece superado por el abogado soplón, alcohólico, personificado por Roberto Sosa. Roberto Sosa bien podría llevarse las mejores palmas por su caracterización: la cara descompuesta por el alcohol, el cabello, los dientes, el modo de hablar; impecable.   

Luego viene la prueba de fuego de Xavier López como Xavier López haciendo el personaje de un jefe militar de la policía, jefe del detective Filiberto García. ¿Podría dejar de ser Chabelo y ser jefe de policía? Pudo, y francamente me sorprendió que pudiera. Baste decir que me convenció, al revés que el más inteligente comediante de Televisa que es y ha sido Eugenio Derbez. 

A Derbez le toca hacer el papel de un político bribón, corrupto, y lamento compartir que no me convenció. No logra quitar de su rostro un rictus, una sombra, una máscara ruiseña que no va con su papel de político desalmado que presiona para resolver el complot mongol. No es la máscara sarcástica de un prepotente sino es el rictus del comediante Derbez. Me temo que mi comediante preferido de La familia peluche no superó su prueba dramática. Xavier López sí superó la suya.

Recomiendo ver ambas películas, la de 1977 (bit.ly/2UEGNEp) y la de 2019. Desde luego que antes que eso dejo como tarea leer la novela para saber por qué es una pinche novela que narra un pinche complot que debe desenredar Filiberto García, enamorado de la piche Martita. 

Sugiero también leer muchas novelas policiacas, muchas, porque de hecho, dijo Gilbert Keith Chesterton, las novelas de detectives y de crímenes inmorales son lo único moral que nos queda para educar a la (pinche) sociedad en la que vivimos.

Twitter @WenceslaoXalapa