El pinche complot mongol
Wenceslao
Vargas Márquez
En
octubre de 2017 publiqué la nota titulada El detective de Ishiguro. Por
supuesto que me refería al detective Christopher Banks que creó Kazuo Ishiguro,
premio Nobel de Literatura de ese año. Ishiguro lo presenta en su novela
fantasmagórica, densa, kafkiana, titulada Cuando fuimos huérfanos. Leí la
novela y la comenté porque para mí era un detective nuevo y había que conocerlo
y festejarlo.
La
novela policiaca puede tener dos variantes, dicen algunos teóricos. En el
planteamiento clásico se debe descubrir un misterio, el nombre de un criminal,
la identidad de un asesino. En otro planteamiento, el preferido de -José- Luis
Borges, la identidad del asesino es conocida y de lo que se trata es de seguir
los razonamientos sicológicos del criminal.
De este tipo es El túnel, de
Sábato, que no es exactamente policiaca pero trata de un crimen. Para mí es el
modelo de Borges para el caso; y nunca sabré si Borges coincidiría con lo que digo. El primer
párrafo del capítulo uno de El túnel dice: “Bastará decir que soy Juan Pablo
Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el
recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi
persona”. ¿Para qué leer, perdón, LER, si ya sabemos quiénes son el asesino y la víctima? El atractivo está en que de ahí en adelante hay que seguir los apasionados razonamientos de
Castel para asesinar a la mujer que amaba. Esa es la tensión de la novela.
La
afición a la novela policiaca me ha llevado a conocer a los clásicos mundiales
del género, al Sherlock Holmes de Doyle, al Poirot de Agatha Christie, al padre
Brown de Chesterton, al Pembleteon de Doctorow, etc. Incluso Jesús, conocido
como el Cristo, también ha sido detective en la
hilarante novela El asombroso viaje de Pomponio Flato, de Eduardo Mendoza,
merecedor del premio Cervantes. Nos ha llevado también a conocer a la
escasa producción de novela policiaca mexicana.
Un autor es el tamaulipeco
Rafael Ramírez Heredia y su detective es If, una autora es Ana María Maqueo con
ambientación en Veracruz y con personajes que viajan en ADO. Uno de los
principales autores vivos en México (vivísimo) es Paco Taibo II, admirado y
respetado por sus novelas policiacas. Las he leído creo todas y he visto las
que se han llevado al cine. Su detective se llama Héctor Belascoarán Shayne y
lo revivió en la pantalla grande Pedro Armendáriz jr.
Imagen Cinemex |
Una
novela de detectives, famosa, fundamental en la literatura mexicana es El
complot Mongol escrita por Rafael Bernal (1915-1972). Pedro Armendáriz jr., el
actor que hizo al Belascoarán de Taibo, hizo también la primera versión del
detective de El Complot Mongol, Filiberto García, en 1977. La novela se publicó
en 1969. Ahora circula la segunda versión fílmica donde Damián Alcázar hace las
veces del detective Filiberto García y a quienes hemos tenido oportunidad de
leer la novela y conocer las dos versiones fílmicas (1977 y 2019) nos parece
casi necesario comparar, incluso sabiendo que las comparaciones son odiosas.
Cuando
supe hace meses que actuarían en esa novela negra de detectives tanto Xavier
López (Chabelo, pero en el papel de Xavier López) como Eugenio Derbez, tuve mis
dudas acerca de si superarían su nicho actoral en la comedia para dar el ancho
en la película.
Financiado
por mi madre y acompañado de mi hija mayor fuimos los primeros en entrar a la primera función del
primer día. De ese tamaño el interés. Y con el transcurso de la película las
inevitables comparaciones. Diré las principales.
En cuanto al detective
Filiberto García entro en dificultades al intentar declarar quién es mejor, si
Pedro Armendáriz en 1977 o Damián Alcázar en 2019. Ante la seria dificultad
mejor un empate y evadimos (¡) el compromiso. En cuanto a la pinche Martita,
Blanca Guerra habla en español ‘normal’ y viste ropa ‘normal’ en 1977, pero
Bárbara Mori en 2019 se preocupó por hablar el español con fuerte acento chino
y su caracterización me parece superior; indudable.
El abogado soplón que
caracterizó Ernesto Gómez Cruz (un actor de primera línea) me parece superado
por el abogado soplón, alcohólico, personificado por Roberto Sosa. Roberto Sosa
bien podría llevarse las mejores palmas por su caracterización: la cara
descompuesta por el alcohol, el cabello, los dientes, el modo de hablar; impecable.
Luego
viene la prueba de fuego de Xavier López como Xavier López haciendo el
personaje de un jefe militar de la policía, jefe del detective Filiberto
García. ¿Podría dejar de ser Chabelo y ser jefe de policía? Pudo, y francamente
me sorprendió que pudiera. Baste decir que me convenció, al revés que el más
inteligente comediante de Televisa que es y ha sido Eugenio Derbez.
A Derbez le
toca hacer el papel de un político bribón, corrupto, y lamento compartir que no
me convenció. No logra quitar de su rostro un rictus, una sombra, una máscara ruiseña
que no va con su papel de político desalmado que presiona para resolver el
complot mongol. No es la máscara sarcástica de un prepotente sino es el rictus
del comediante Derbez. Me temo que mi comediante preferido de La familia
peluche no superó su prueba dramática. Xavier López sí superó la suya.
Recomiendo
ver ambas películas, la de 1977 (bit.ly/2UEGNEp) y la de 2019. Desde luego que
antes que eso dejo como tarea leer la novela para saber por qué es una pinche
novela que narra un pinche complot que debe desenredar Filiberto García,
enamorado de la piche Martita.
Sugiero también leer muchas novelas policiacas,
muchas, porque de hecho, dijo Gilbert Keith
Chesterton, las novelas de detectives y de crímenes inmorales son lo único
moral que nos queda para educar a la (pinche) sociedad en la que vivimos.
Twitter
@WenceslaoXalapa