Gonzalo N. Santos no fue masón
Wenceslao Vargas Márquez.
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Jonatan Ignacio García Rivera (en su texto La voluntad de poder en Gonzalo N. Santos, (1897-1978), Fundación Eduardo Seler) da un esbozo que podemos aquí tomar por inicial de los orígenes del gobernador potosino.
"Las Memorias narran la vida de un tal Gonzalo N. Santos Rivera; éste define al texto con el título La vida de un luchador. Nacido el diez de enero de 1897 en Tampamolón, San Luis Potosí, Gonzalo es el hijo más pequeño de trece nacidos de Pedro Antonio De los Santos e Isabel Rivera de Santos. Su ascendencia la llega a rastrear hasta su tatarabuelo, un militar apellidado De los Santos llegado a la Nueva España poco antes de estallar la independencia.
"Por la vida, la familia De los Santos se estableció en la Huasteca hidalguense, veracruzana, tamaulipeca y potosina y no es sino hasta la generación de Gonzalo que perdió el “De los” para convertirse en Santos. Todas las generaciones de la familia tenían algún cargo militar y eran de origen masón (pero Gonzalo ya no lo era) y sumamente anticlericales. La familia Rivera, por su parte, también de militares, era “mocha”, según dice el mismo Gonzalo y ambas familias tenían un historial compartido de enfrentamientos que concluye con la boda de Pedro Antonio e Isabel (…)
"Su padre, fue excomulgado y se ganó animadversiones con católicos, sacerdotes y otras gentes adineradas (como él) como un tal Martell que vivía junto. Además tenía también conflicto con seguidores de Porfirio Díaz y así, Gonzalo, creció creyendo que el porfiriato perseguía a los Santos. Además de no ser nunca católico y hasta anticlerical por lo que nunca compartió la moral que el cristianismo promueve y sus consideraciones morales eran diferentes". Hasta aquí Jonatan García Rivera.
Fue Gonzalo uno de los hombres constructores de la revolución y del estado posrevolucionario mexicano. Diputado, senador, embajador en Bélgica y Dinamarca, gobernador de San Luis Potosí (1943-1949), por propia voz sabemos que Gonzalo N. Santos efectivamente no fue masón.
Mi ejemplar de las Memorias. |
Narra como el subdirector de Bienes Nacionales, Martínez Noriega, quiso extorsionar con diez mil pesos a ciertas monjas y profesoras de una escuela privada. Pillaron a Martínez y lo presentaron ante Gonzalo N. Santos:
“Martínez Noriega, más amarillo que un limón, me empezó a hacer señas con la mano y yo le pregunté.
“¿Qué chingaos me quieres decir con esos ‘violines’ que me está usted pintando?”
"Él me dijo con voz temblorosa: “Soy masón del grado 32 y creo que usted ha de ser hermano”.
“Qué hermano ni qué la chingada –le contesté-, yo no soy ni nunca he sido masón y, aunque lo fuera, yo no protegería a ningún bandido como usted, pues entiendo que la masonería, aunque está muy desacreditada, tiene ciertos principios”.
"Luego les ordené a Vizcarra y a Mano Prieta (su matón, W):
“-Llévense a éste cabrón y me lo embarcan en el primer tren, sea de carga, sea mixto o de pasajeros que pase rumbo al norte o para el sur y mientras yo sea gobernador del estado –le dije al subdirector de Bienes Nacionales- no se me vuelva a para en el estado, porque esta vez lo destierro y la próxima vez lo entierro” (…) Ese mismo día por la tarde recibí un telegrama de los masones de Querétaro, protestando por el “atropello” que había cometido yo en la persona de un alto maestro de la masonería. No les contesté el telegrama porque el telégrafo no acepta mentadas de madre.”