domingo, 27 de julio de 2014

1944. Ávila Camacho y el atentado

1944. Ávila Camacho y el atentado
Wenceslao Vargas Márquez

En abril de 1944 el presidente Ávila Camacho sufrió un atentado en el Palacio Nacional. En la historia de México se repiten datos donde se supone que desde organizaciones masónicas se planean atentados al poder público. Revisaremos este caso y la filiación masónica del ex presidente:




Manuel Ávila Camacho nació en Puebla en 1897 y murió en 1955. Fue presidente de diciembre de 1940 a noviembre de 1946. ¿Perteneció a la masonería Manuel Ávila Camacho? Reproduzco aquí una parte de lo que publiqué al respecto en mi libro La masonería en la presidencia de México

Frau y Abrines en el “Diccionario Enciclopédico de la Masonería” dice (t. IV, p. 445) que Ávila Camacho fue un masón prominente pero no cita fuentes para sostener su dicho. Alfonso Sierra Partida en mayo de 1980, dentro de una entrevista que le hizo una revista mexicana mensual afirmó que Ávila Camacho fue masón a pesar de ser también devoto católico.


Portada del tomo 2 de mi libro, disponible en Amazon
Luis Zalce y Rodríguez (en “Apuntes para la Historia de la Masonería en México”, t. II, p.299) menciona a un Manuel Ávila entre los ‘masones de mayor relieve por su actuación en época reciente y en la actual’. Dice que esta lista de 14 personajes la hace ‘sin distinción de Ritos’. 

Lo raro del dato es que el presidente Ávila Camacho normalmente es mencionado con sus dos apellidos y en esta página de Zalce sólo refiere el primero omitiéndose el apellido materno Camacho. La duda de que si este ‘Manuel Ávila’ es ‘Manuel Ávila Camacho’ es desechada implícitamente por el Dr. Guillermo de los Reyes (en “Herencias Secretas. Masonería, política y sociedad en México”, BUAP, 2009) al respaldar que Ávila Camacho fue masón citando a Zalce pero sin detallar la cita. Léase:

Los masones le dieron el apoyo a Ávila Camacho más como un gesto de fidelidad a Cárdenas que por la simpatía al candidato. Ávila Camacho no había demostrado un pensamiento y sentimiento anticlerical, que era un gesto que los masones esperaban de un candidato como garantía del respeto a la separación Iglesia-Estado. Con la llegada al gobierno del general Manuel Ávila Camacho (que de acuerdo con Luis Zalce y Rodríguez había sido iniciado en la masonería), y seguido por los masones Miguel Alemán y Adolfo López Mateos hubo acciones positivas a favor de la institución masónica”.


En cuanto al atentado sufrido por el presidente en la mañana del 10 de abril de 1944 en el Palacio Nacional y en el que fueron mencionadas las logias masónicas, tratan el tema Gustavo Hernández y Armando Rojas en el libro Manuel Ávila Camacho, biografía de un revolucionario con historia (Ediciones del gobierno del estado de Puebla, t II, p. 218, México, 1986) y le dedican un apartado dentro del capítulo 8 de su obra. El tema 8.1 se titula justamente El Atentado”. Narran Hernández y Rojas: 

“El doctor Octavio Mondragón, oficial mayor de Asistencia Pública, acompañaba ese día al presidente (…) Aseguró que al entrar en el patio y mientras la guardia tocaba la marcha de honor, se advirtió la presencia (…) de un individuo enfundado en uniforme militar. Al bajar del coche en que llegó el general Ávila Camacho y aproximarse al elevador, la figura de junto al pilar se desprendió en dirección al presidente, y sacando la pistola le disparó directamente al pecho. El doctor Mondragón, señaló que inmediatamente se lanzó contra el agresor, el que le apuntó con la boca de la pistola, cuando el presidente intervino con la rapidez  y con la serenidad que le eran características, salvándole la vida (...) Según algunos testigos, el agresor llegó a las 9:00 horas al Palacio Nacional (…) Cerca de las 9:30 horas entabló conversación con el oficial de guardia de la puerta de honor (…) 

Todavía el primer magistrado vio al teniente De la Lama cuadrarse para saludarlo al estilo militar y al reconocerle contestó el saludo con una sonrisa e inclusive retardó el paso para charlar brevemente con él, cosa que aprovechó el agresor para decirle: ‘Señor Presidente. ¿Cómo está usted?’; contestando el general Ávila Camacho: ‘¿Cómo te va? ¿Qué andas haciendo?’ En esos momentos el teniente De la Lama Rojas sacó rápidamente su pistola reglamentaria calibre 45 y apuntando al presidente hizo un disparo, el proyectil perforó el chaleco y quemó la manga izquierda de la americana que vestía el presidente, quien sin perder la sangre fría se arrojó sobre su agresor, le dio un fuerte golpe en la mano y lo sujetó (...) 

“El presidente siempre conservó la serenidad en ese momento ordenando a sus ayudantes que soltaran al teniente De la Lama, pidiéndole a éste último que lo acompañara al elevador, donde le preguntó: “¿Qué traes tú amigo?”; a lo que el teniente contestó: “En este país no hay libertad ni justicia; no nos dejan a los militares entrar uniformados a las iglesias ni a las logias”. Hasta aquí Hernández y Rojas. 

Leo en otro libro que el diario El Universal del 11 de abril citaba como motivo para el atentado de parte del teniente José Antonio de la Lama Rojas el que no le permitían ir a la iglesia ni a la logia uniformado militarmente. En los documentos públicos el tema de las logias nunca quedó aclarado. 

Dos o tres horas después del atentado, hacia el mediodía del mismo 10 de abril, informes oficiales indicaron que el frustrado homicida de la Lama intentó huir y le dispararon militares del cuartel del 6° Regimiento de Caballería donde estaba en calidad de prisionero. 

¿Qué pasó con el prisionero ahora herido? ¿Murió o no? 

Respuestas en mi libro, disponible en Amazon. 
Twitter @WenceslaoXalapa

sábado, 19 de julio de 2014

50 años en la luna (actualizada)

50 AÑOS EN LA LUNA
Wenceslao Vargas Márquez

(Adivine el lector mientras redacto: tan redonda como un queso, nadie puede darle un beso). 
Mi ejemplar de Historia Verdadera,
de Luciano de Samosata.

Un hombre -El Hombre- llegó a la luna en julio de 1969. Se cumplen 50 años, pero la historia de esta aventura lunar y humana nació muchos siglos antes. Mientras el viaje no podía  ejecutarse físicamente, quienes deseaban experimentar esa huracanada emoción tenían que leer a Luciano, a Kepler, a Godwin, a Bergerac (¡Cyrano!), a Wells:

En Historia Verdadera, de Luciano de Samosata, en el siglo II EC, los humanos viajan a la luna en un barco arrebatado hacia lo alto por una tormenta. El huracán los lleva al satélite. A principios del siglo XIV, Dante Alighieri, en el Paraíso de la Divina Comedia, guiado por Beatriz, es llevado no sólo a la luna sino a todo el sistema solar (el conocido, el tolemaico). 

Un viaje más elaborado y ‘científico’ es el narrado en la obra Somnium de Kepler y fue escrito en 1608. El viaje del pasajero duraba cuatro horas. Si para Borges, Wells era un Verne científico, considero que Kepler era un Wells científico. La versión en inglés que conozco parece en realidad un libro de física. 

Otro viaje es el ideado por el inglés Godwin en 1630 donde 25 gansos llevan a un español sevillano a la luna en doce días. Quizá el viaje lunar más cándido es el ideado por Cyrano de Bergerac. Pero revisemos antes quién es Cyrano: 

Cyrano fue un personaje histórico francés del siglo XVII que habría pasado (semi) desapercibido de no ser porque su paisano Rostand lo pasó a la historia en 1897, al publicar su biografía para el teatro. Del Cyrano de Rostand se derivó el único Cyrano que la mayoría conocemos: el espadachín narigón que se agarra a espadazos con quien sea. 

En una versión fílmica de Cyrano (1950, con el crédito para Rostand) se discute brevemente de viajes e inventos lunares: globos llenos de humo, saltamontes gigantes, lanzamientos de imanes, cuando han transcurrido hora y nueve minutos de la película actuada por José Ferrer (si no quieren verla completa, ver en la película el momento 1 hora, 9 minutos). 




La versión fílmica más reciente (que yo sepa) es de 1990 con Depardieu. Pues bien, este Cyrano histórico escribió un Viaje a la luna y sólo recientemente pude hallar un ejemplar en papel. El tomo es de Espasa-Calpe fechado en Argentina en 1942. La obra original es de principios del siglo XVII. EL viaje ideado por Cyrano se logra cuando botellas llenas de rocío se evaporar por la acción del sol y hacen que se eleve el viajero. Errores de cálculo hacen que el personaje aterrice en Canadá. Luego con una máquina e imanes que la jalan logra finalmente llegar a la luna donde descubre a personas que viven allá.



Enlace permanente de imagen incrustada
Mi Viaje a la luna, de Cyrano de Bergerac, ejemplar de 1942

El viaje clásico es el de otro francés, Julio Verne, usando un cohete lanzado sorprendentemente desde la Florida con tres pasajeros, igual que en el viaje real de hace 50 años. 

Otro viaje importante es el del inglés H. G. Wells quien se atreve a escribir otro libro de viajes a la luna, menospreciando a Verne bajo el título Los Primeros Hombres en la Luna (1901). Hace que un personaje suyo pregunte, al principio de la novela si el viaje que se emprenderá va a ser ‘cómo en el Viaje a la Luna, de Julio Verne’. La respuesta es burlona porque el personaje de Wells, Cavor, ‘no era lector de fantasías’. 

Un tercio de siglo después del viaje de Verne se creó en Inglaterra la sustancia que estaría destinada a impulsar los vehículos interestelares que viajarían a la luna por cuenta de Wells: la cavorita. La cavorita era una sustancia que anula la gravedad terrestre o a cualquier otra gravedad pues la nulificaba permitiendo a un objeto recubierto con ella desplazarse verticalmente a distintas velocidades. 


Mi ejemplar de Los primeros hombres en la luna, de Wells
En la luna –narra Cavor- cada ciudadano conoce su posición: ha nacido para ella y la acabada disciplina del ejercicio, educación y cirugía a que se le sujeta, lo hace al fin tan completamente adecuado para ella que ya no tiene ni ideas ni órganos para ningún objeto distinto. Así, un matemático selenita parece sordo a cualquier cosa que no sean fórmulas y teoremas. Terrible es el aspecto de ‘el gran lunar’, amo absoluto de la luna: un gigantesco cerebro quintaesencial. Nada de cara, solo ojos, ‘aquello era grande; aquello era lastimoso’. Su sonido al hablar era como ‘el roce de un dedo sobre un cristal’.

El viaje a la luna de 1775 en Mérida, Yucatán.

Un cubano viajó también a la luna de la mano del escritor Raimundo Cabrera y su obra de teatro bufo Viaje a la luna, de 1885. ¿Y un mexicano? También hubo un novohispano ¡yucateco! en la literatura lunar: “Syzigias y quadraturas lunares ajustadas al meridiano de Mérida de Yucatán por un antíctona o havitador de la Luna, y dirigidas al Bachiller Don Ambrosio de Echeverría; año del Señor 1775” de fray Antonio de Rivas. El lector interesado en este viaje yucateco puede leer en bit.ly/30NpWCU. En 1953 Lester del Rey publicó Misión en la luna (bit.ly/30VGjxp

Un especialista cuenta 128 obras lunares antes de la de Cabrera y 148 después, unas 300 obras soñando el sueño hasta que tocaron el satélite las manos de Aldrin, Collins y Armstrong, las manos del aborrecido imperialismo yanqui y el Apolo XI; un verdadero horror.  

Con esto se acaban todos estos encantos literarios porque un hombre (El Hombre) llega finalmente a tocar el satélite. Nadie podía pero Armstrong la tocó –la besó- en julio de 1969, hace 50 años.

¿Tan redonda como un queso, nadie podía darle un beso?  Con la ayuda de Julio Cortázar y de su memorable cuento titulado Silvia resolvemos la adivinanza: es la luna. Qué adivinanza tan sonsa.

@WenceslaoXalapa