Un francmasón en la prensa mexicana.-
La Gazeta de México ::: 21 de agosto de 1795.
El día 9 celebró Auto particular de Fe el
Tribunal del Santo Oficio de esta Inquisición en la Iglesia del Convenio
Imperial de Santo Domingo, al cual salieron cinco Reos, tres de ellos en
persona, que lo fueron:
Juan Lausel, natural de Mompeller en Francia, por proposiciones heréticas y Fracmazón,
Juan Langouran, originario de Burdeos en Francia, por hereje formal Luterano, indicado de Deísta y Judaizante, reconciliado en persona; y
Rafael Crisanto Gil Rodríguez, natural de la Antigua Guatemala, de prima tonsura y dos grados de Ostiariato y Lectorato, hereje formal, Apóstata, Judaizante retajado, fautor y encubridor de herejes, reconciliado en persona;
Y los otros dos en estatua:
*La una de Esteban Morel, Médico de profesión, natural de Aubañe, Obispado de Marsella en Francia, hereje formal Deísta, Materialista con visos de Ateísta, y suicida voluntario, reconciliado en estatua;
*Y la otra de Juan María de Murgier, originario de León de Francia, hereje formal Apóstata, Dogmatizante práctico y especulativo, y suicida voluntario, relajado en estatua.
Concluida de leer la Causa de éste y su
sentencia, se entregaron la estatua y huesos al Señor Alguacil mayor del Santo
Tribunal Marqués de Rivascacho, el que inmediatamente, acompañado de varios
Familiares y la Tropa necesaria los condujo en un carretón al Tribunal secular,
que se puso en un tablado inmediato a la Real Aduana.
Hallábase en este el Señor Corregidor de esta
N. C. Coronel D. Bernardo Bonavia y Zapata, con su asesor, el Lic. D. José
Basail, el Regidor Alguacil mayor de la misma Ciudad Don Joaquín Romero de
Caamaño, su teniente, el Escribano, y los ministros inferiores y verdugos;
Y hecha allí la
entrega y leída la sentencia del Santo Tribunal, pronunció la suya el expresado
Señor Corregidor con su Asesor, que intimada al Reo, fue este entregado a dicho
Alguacil mayor para que lo mandara a hacer efectiva, saliendo luego para el
quemadero de San Lázaro, con el Escribano, Ministros y Verdugos, y la Tropa correspondiente
de Infantería y Caballería, echándose los correspondientes pregones en los
sitios acostumbrados.
Verificado el último en el mismo Quemadero,
que se hallaba guarnecido de igual tropa, se procedió a la quemazón del estatua
y huesos por los mismos Verdugos, durando la ejecución hasta las quatro y media de la tarde por haber sido necesario valerse de varios arbitrios para reducir
a cenizas el casi entero cadáver, y luego darlas al viento con palas por mano
de los mismos Verdugos.
Duró el auto desde las siete y media de la
mañana hasta las seis y media de la tarde, en que se concluyó y restituyó el
Santo Tribunal con los reos a su sala de audiencia.
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