viernes, 7 de marzo de 2025

1795.- El primer francmasón en la prensa mexicana.-

Un francmasón en la prensa mexicana.- 

La Gazeta de México ::: 21 de agosto de 1795.

El día 9 celebró Auto particular de Fe el Tribunal del Santo Oficio de esta Inquisición en la Iglesia del Convenio Imperial de Santo Domingo, al cual salieron cinco Reos, tres de ellos en persona, que lo fueron: 


Juan Lausel, natural de Mompeller en Francia, por proposiciones heréticas y Fracmazón

Juan Langouran, originario de Burdeos en Francia, por hereje formal Luterano, indicado de Deísta y Judaizante, reconciliado en persona; y 

Rafael Crisanto Gil Rodríguez, natural de la Antigua Guatemala, de prima tonsura y dos grados de Ostiariato y Lectorato, hereje formal, Apóstata, Judaizante retajado, fautor y encubridor de herejes, reconciliado en persona; 

Y los otros dos en estatua: 

*La una de Esteban Morel, Médico de profesión, natural de Aubañe, Obispado de Marsella en Francia, hereje formal Deísta, Materialista con visos de Ateísta, y suicida voluntario, reconciliado en estatua

*Y la otra de Juan María de Murgier, originario de León de Francia, hereje formal Apóstata, Dogmatizante práctico y especulativo, y suicida voluntario, relajado en estatua.


Concluida de leer la Causa de éste y su sentencia, se entregaron la estatua y huesos al Señor Alguacil mayor del Santo Tribunal Marqués de Rivascacho, el que inmediatamente, acompañado de varios Familiares y la Tropa necesaria los condujo en un carretón al Tribunal secular, que se puso en un tablado inmediato a la Real Aduana. 

Hallábase en este el Señor Corregidor de esta N. C. Coronel D. Bernardo Bonavia y Zapata, con su asesor, el Lic. D. José Basail, el Regidor Alguacil mayor de la misma Ciudad Don Joaquín Romero de Caamaño, su teniente, el Escribano, y los ministros inferiores y verdugos;

Y hecha allí la entrega y leída la sentencia del Santo Tribunal, pronunció la suya el expresado Señor Corregidor con su Asesor, que intimada al Reo, fue este entregado a dicho Alguacil mayor para que lo mandara a hacer efectiva, saliendo luego para el quemadero de San Lázaro, con el Escribano, Ministros y Verdugos, y la Tropa correspondiente de Infantería y Caballería, echándose los correspondientes pregones en los sitios acostumbrados. 

Verificado el último en el mismo Quemadero, que se hallaba guarnecido de igual tropa, se procedió a la quemazón del estatua y huesos por los mismos Verdugos, durando la ejecución hasta las quatro y media de la tarde por haber sido necesario valerse de varios arbitrios para reducir a cenizas el casi entero cadáver, y luego darlas al viento con palas por mano de los mismos Verdugos. 

Duró el auto desde las siete y media de la mañana hasta las seis y media de la tarde, en que se concluyó y restituyó el Santo Tribunal con los reos a su sala de audiencia. 

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