sábado, 28 de noviembre de 2015

Farabeuf: fascinación por la incisión

Farabeuf: fascinación por la incisión 
Wenceslao Vargas Márquez

Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar”, escribió Borges al explicar el origen de Tlon, Uqbar, Orbis tertius.



Salvador Elizondo escribió que su texto (¿novela?) Farabeuf, de 1965, se debe a la conjunción de una imagen y un libro. El libro es Las Lágrimas de Eros (Tusquets, 1961), de Georges Bataille; la imagen es la que aparece en ese libro ilustrando una ejecución en la China de inicios del siglo XX. 

En mi ejemplar de Bataille, en realidad, las ilustraciones son tres. Las Lágrimas de Eros trata el tema de la sexualidad y el dolor, por eso el sugerente título. Mi ejemplar exhibe las tres fotografías del tormento de los cien cortes en las páginas 236, 237 y 238 (bit.ly/2Kd5gP7). 


El supliciado en Las Lágrimas de Eros - Bataille
La historia de esas imágenes es aproximadamente la siguiente, siguiendo el análisis de su historicidad hecho por Rolando Romero de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee. 

En marzo-abril de 1905 el gobierno imperial chino condena a Fu Chu Li a morir desollado vivo mediante un procedimiento legal llamado Leng-Tché, la muerte por los cien cortes (bit.ly/33aNnI5), cortes con navajas que deben hacerse lentamente sobre el supliciado hasta que muera.

Cuatro fotografías del suplicio la tomó Louis Carpeaux el 10 de abril de ese año. En 1932 Georges Dumas publica otra fotografía del mismo método de ejecución pero que no son las del Fu Chu Li histórico y que serían presumiblemente de la década de 1880. En 1961, Georges Bataille publica las imágenes tomándolas de Dumas y allí las descubre Salvador Elizondo quien queda conmocionado por las tres imágenes y se dispone a escribir su texto (¿novela?) Farabeuf.




Portada de mi ejemplar del Precis de Manuel Operatoire

Farabeuf es el apellido de un médico francés de existencia real e histórica que escribió Precis de Manuel Operatoire en 1872. Mi ejemplar electrónico (cuarta edición, 1893-1895) consta de más de 400 páginas y está ilustrado con 799 imágenes de vivisecciones del cuerpo humano con finalidades didácticas para los estudiantes de medicina de la Francia de esa época, imágenes que recuerdan al supliciado chino de 1905 (bit.ly/2mExVO0). Elizondo, en la ficción de su relato hace que el médico histórico Farabeuf sea el autor de Aspects Medicaux de la Torture Chinoise convirtiéndolo en personaje central.

Una página del Precis, de Farabeuf 
Con esa idea arma la ¿novela? que apareció publicada el 30 de noviembre de 1965, hace 50 años. He leído que las ediciones iniciales de la obra de Elizondo, de hace medio siglo, tenían la imagen del supliciado chino con sus cien o mil cortes en el instante de morir por lo que la obra lleva el subtítulo Crónica de un instante, aludiendo al instante de morir. 

Mi ejemplar en papel es una morosa versión de Joaquín Mortiz y no tiene ya esa imagen de la ejecución sino apenas alguna viñeta repetida tomada del Precis de Manuel Operatoire del Farabeuf histórico donde un par de manos presuntamente médicas cortan con sierra un muslo al parecer masculino (bit.ly/2yCZ9Nn). Digo que al parecer médicas porque las mangas parecen ser la de un saco occidental convencional y sobresalen de ellas los bordes de lo que parece ser una camisa blanca. 

Salvador Elizondo (1932-2006) centra su ambigua narración en un ficticio Farabeuf que ofrece ese tormento a una mujer indefinida como prueba de amor y de erotismo. Elizondo es perturbador, desquiciante en sus casi 180 páginas de narración. 

El capítulo VII se dedica al tormento y a la imagen del supliciado de Bataille. ‘La fotografía no representa sino una parte mínima del horror’, dice Elizondo. Explica:     

                   “- Cuéntame todo. ¿Cómo se inicia el tratamiento?
“- Con palabras.
“- Palabras lentas, como las que profiere la ouija. Primero le hacen dos tajos horizontales sobre las tetillas.
“- ¿Y luego?
“- Y luego, jalando hacia abajo los bordes de esas incisiones, el verdugo le arranca la piel hasta dejar descubiertas las costillas.
“- ¿Gritó entonces el supliciado?
“- No; me miraba en silencio.
“- ¿La visión de ese cuerpo desgarrado te conmovió?, ¿sentiste compasión?, ¿sobresalto?, ¿náusea?
“- Fascinación. Fascinación y deseo.

Mi preciado ejemplar de Farabeuf
Reviso que fascinación, según el diccionario de la academia, es un engaño o alucinación, una atracción irresistible. Esa es la atracción que sintieron Bataille primero y Elizondo después por esas tormentosas imágenes que les atraen irresistiblemente la mirada.

En el capítulo 14 de la novela Rayuela de Cortázar el chino Wong le muestra a Oliveira una fotografía que trae en su billetera. La imagen es la de un hombre que muere bajo el tormento de los cien cortes. Wong tímidamente muestra la fotografía y vuelve a guardarla, la guarda con cariño, con timidez, con precaución, como quien guarda una imagen pornográfica. 

No sabemos por qué el chino Wong trae esa imagen en su cartera; no dudamos que la trae porque también está fascinado por ella. La trae para mirarla insistentemente; Wong la trae porque al parecer prepara un libro sobre la tortura. Y es que los libros sobre tortura escasean.

La Editorial Posada y su Colección Duda, que mi generación conoció, publicó uno titulado Historia Universal de la Tortura. Mi ejemplar es de 1972 y no tiene descrita ni enlistada la ejecución por los cien cortes en el capítulo dos de la primera parte, dedicada a China.


Mi ejemplar de Historia universal de la tortura, 1972.
José Donoso, en su magnífica obra ‘Casa de Campo’, puntualiza que para fascinar se necesitan ojos - de las pocas obras que tiene a un personaje literario de nombre Wenceslao, un niño que, desde mi interpretación, es el personaje principal. Donoso hace que reclamen a un personaje (Berenice) a quien ciertas ruinas le fascinan. Otro personaje corrige a Berenice que unas ruinas no pueden fascinar porque para fascinar se necesitan ojos. (Otro personaje literario que (sobre)lleva el nombre es Wenceslao Pérez Chanán, comisario-detective creado por el autor guatemalteco Francisco Alejandro Méndez)

Y ojos tiene, elevados al cielo, Fu Chu Li, en el instante en que muere bajo una lluvia de navajas. La narración de Elizondo quiere equivaler ese instante, leyendo los ojos del supliciado, al instante del orgasmo, y ése es el orgasmo que el Farabeuf de Elizondo ofrece a su pareja. Creo entender, después de leer por segunda vez Farabeuf, que las incisiones del suplicio son vulvas o son ojos. Creo ahora que el supliciado es un guiñapo hecho de ojos, como los cuatro Seres Vivientes del Apocalipsis 4:6, que están llenos de ojos. 

Detalla Salvador Elizondo, en la página 137, la diferencia entre procedimiento y rito: 

“- Luego aprietan lentamente las ligaduras.
“- ¿Para qué?
“- Para facilitar el desmembramiento.
“- ¿Así es el rito?
“- No; así es el procedimiento. El rito es nada más mirarlo.

Bataille y Elizondo coincidieron, estremecidos, hace medio siglo, en noviembre de 1965 respecto del supliciado Fu Chu li: El erotismo es nada más mirarlo.


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@WenceslaoXalapa

lunes, 2 de noviembre de 2015

Cuatro monstruos.

Cuatro monstruos
Wenceslao Vargas Márquez


Se ha dicho que nunca segundas partes han sido buenas. Si esto es regla, hay excepciones: Son mejores los Viajes tres y cuatro de Gulliver (de Swift) que los viajes uno (gigante entre enanos) y dos (enano entre gigantes). 

Son mejores los capítulos tres, cuatro y cinco de los bellos y simpáticos gigantes comilones Gargantúa y Pantagruel (de Rabelais), que el uno y el dos. 

Es mejor la segunda parte del Quijote que la primera; es superior Alicia y el Espejo como segunda parte, que Alicia y las maravillas, que es la primera. He de referirme a esas segundas partes y a sus aniversarios.

Mi ejemplar de El Quijote distribuido por Fox

La Academia de la Lengua Española (y su diccionario, fobias predilectas del fallecido Nikito Nipongo) reconoce siete acepciones de la palabra monstruo; tres de ellas son las siguientes, consultadas en su diccionario en línea: 2. m. Ser fantástico que causa espanto; 4. m. Persona o cosa muy fea; 6. m. coloq. Persona de extraordinarias cualidades para desempeñar una actividad determinada. 

Quiero usar en este texto las tres acepciones para referirme a los dos monstruos literarios Cervantes y Dodgson; y a los dos monstruos de ficción el Endriago y al Jabberwock

Los cuatro monstruos se conjugan en El Quijote y en Alicia en el País de las Maravillas y en Alicia a través del Espejo. El Quijote (segunda parte) cumple 400 años; Alicia y el espejo, 150.

Mi Amadís de Gaula.

Estimo que El Quijote (segunda parte, 1615) existe gracias al Endriago (del Amadís de Gaula, 1508), monstruo de ficción que aterrorizó a nuestros tatarabuelos en el siglo XVI. Don Quijote alaba interminablemente a Amadís y lo considera su modelo a seguir en sus andanzas justicieras. Don Quijote combate en el siglo XVII al monstruo de la maldad humana; en el XVI Amadís combate al monstruo físico que es el Endriago. 

Dice la Academia de la Lengua que es probable que Endriago sea una palabra resultante de la unión de las palabras hidra y dragón; deja este origen como hipótesis. El Endriago aparece en el libro tercero, capítulo IX, de Amadís de Gaula (mi edición es la de Porrúa, otras ediciones hacen una numeración continua de manera tal que el capítulo es el 73).


Mi ejemplar de Alicia, las maravillas y el espejo.

El Endriago está descrito así: Tenía el cuerpo y el rostro cubierto de pelo, y encima había conchas, sobrepuestas unas sobre otras, tan fuertes, que ninguna arma las podía pasar, e las piernas e pies eran muy gruesos y recios, y encima de los hombros había alas tan grandes, que fasta los pies le cobrían, e no de péñolas (pluma para escribir, W), mas de un cuerpo negro como la pez, luciente, belloso, tan fuerte, que ninguna arma las podía empecer, con las cuales se cobría como lo ficiese un hombre con un escudo; y debajo dellas le salían brazos muy fuertes, así como de león, todos cobiertos de conchas más menudas que las del cuerpo, e las manos había de hechura de águila, con cinco dedos, e las uñas tan fuertes e tan grandes, que en el mundo no podía ser cosa tan fuerte que entre ellas entrase, que luego no fuese desfecha. Dientes tenía dos en cada una de las quijadas (dos dientes como el Jabberwock, W), tan fuertes y tan largos, que de la boca un codo (entre 40 y 50 cm, W) le salían, e los ojos grandes y redondos muy bermejos como brasas; así que, de muy lueñe, siendo de noche, eran vistos, e todas las gentes huían dél”.

Sigue: Saltaba e corría tan ligiero, que no había venado que por pies se le podiese escapar; comía y bebía pocas veces, e algunos ningunas, que no sentía en ello pena ninguna; toda su holganza era matar hombres e las otras animalias vivas, e cuando fallaba leones e osos, que algo se le defendían, tornaba muy sañudo, y echaba por sus narices un humo tan espantable, que semejaban llamas de fuego, e daba unas voces roncas, espantosas de oír; así que, todas las cosas vivas huían antél como ante la muerte, olía tan mal, que no había cosa que no emponzoñase. Era tan espantoso cuando sacudía las conchas unas con otras, e facía crujir los dientes e las alas, que no parecía sino que la tierra facía estremecer”.
El extraño Endriago de Wikipedia.
No es negro ni tiene alas.
El Endriago era hijo de un incesto consciente y aceptado entre dos gigantes, Bandaguido y su hija Bandaguida. Esta última mató a su madre para quedarse con su padre y para vivir como marido y mujer (nada que ver con los preciosos gigantes de Rabelais). A este monstruoso Endriago mató Amadís de Gaula. Amadís fue el Supermán, el Kalimán, el agente 007, el Ethan Hunt del siglo XVI. Hace 400 años, en octubre de 1615, Amadís es la guía central de Cervantes.

Swift ‘diseñó’ el bello nombre ‘Vanessa’; El Quijote existe porque Amadís luchó contra el Endriago y porque el autor generó dos de los más bellos nombres propios femeninos de la literatura universal: Elisena, su madre, y Oriana, su enamorada. Cuando Amadís huye hacia la Peña Pobre se hace llamar Beltenebros. Me atrae el enigmático nombre Beltenebros (simultáneamente ‘bello y tenebroso’ según una edición de 1833). Elisena, Oriana, Beltenebros. Vayamos ahora hacia Charles Dodgson, hacia su seudónimo, hacia Lewis Carroll.

A Alicia en el país de las maravillas le sucede Alicia a través del espejo. En el capítulo uno, Alicia atraviesa el espejo y llega a la sala donde se encuentra con un libro conteniendo un poema titulado Jabberwocky que es una jerigonza intraducible. En el poema un niño (‘boy’, y no Alicia que está leyendo) mata al Jabberwock. La descripción es confusa, intraducible. 

El Jabberwock, de Tenniel

La imagen del monstruo la fijó el ilustrador oficial Tenniel. La imagen de Tenniel ilustra a un enorme monstruo saliendo de frente desde un bosque intentando agredir a una niña (cuerpo femenino, cabello largo) que está en el lado derecho del primer plano, de espaldas al espectador, blandiendo una espada (ver cuadro). 

No dudo que es de este cuadro de donde Hollywood centra sus historias de Alicia luchando contra el horroroso Jabberwock, cosa que Carroll no propone. 

Los parecidos entre el Endriago y el Jabberwock son sorprendentes: dos y dos dientes enormes, dos alas, dos brazos bajo las alas, brazos y piernas fuertes, manos como de águila, ojos de fuego (eyes of flame), entorno boscoso, muerte por espada.        

 Los niños no necesitan ayuda ni para leer Alicia y las maravillas ni para leer Alicia y el espejo. Los adultos sí necesitamos la ayuda. Quizá el mejor báculo para adultos sea el libro comentado por Martin Gardner. La nota 37 de Gardner (Alicia anotada, p.184) anuncia un posible origen de la idea del Jabberwock en la mente de Lewis Carrol a través de una balada alemana pero ¿y si el origen del Jabberwock fuese el Endriago

Es mi propuesta y dejo la respuesta a los lectores y a los especialistas (categorías que con frecuencia construyen conjuntos disjuntos, según la nomenclatura de Venn) .

La primera parte de El Quijote cumplió 400 años en 2005 y el presidente Fox firmó y regaló miles de quijotes bajo el sello Alfaguara (el colofón no dice cuántos libros se imprimieron). 

Diez años después, en este 2015, se cumplen los cuatro siglos de la segunda parte y no he sabido de conmemoraciones al respecto. 

Los monstruos literarios Cervantes y Dodgson se apoyaron en dos monstruos que son el Endriago y el Jabberwock para crear sus monumentales obras. 

Cervantes redacta El Quijote porque Don Quijote admira interminablemente a Amadís y Amadís es admirable por haber matado al Endriago. Dodgson no se propone, pero Hollywood sí, hacer admirable a Alicia por haber matado al Jabberwock.

Cada obra tiene un autor (Cervantes y Dodgson-Carroll); teratológicas, cada obra tiene un monstruo. En cada monstruo conviven el autor, el siglo de cada autor, y el monstruo humano (nuestro holograma) que al tiempo que nos devora en incesante autofagia, extrañamente logra pervivir en nosotros.  

Twitter @WenceslaoXalapa