El SNTE en la encrucijada
Wenceslao
Vargas Márquez
En el
primer tomo de sus Memorias, Jaime
Torres Bodet (capítulo titulado Responsabilidad
imprevista) narra que el 21 de diciembre de 1943 sonó el teléfono de su
despacho para que el presidente Ávila Camacho le encomendara la titularidad de
la SEP y, complementariamente, la fundación de SNTE.
Desde
ese entonces y hasta la fecha el SNTE ha servido para ratificar las políticas
públicas en materia educativa que impulsa el gobierno en turno. De vez en
cuando el SNTE disputaba cuestiones accesorias pero nunca cuestiones de fondo.
La única vez, en los tiempos recientes, en que un líder del SNTE se opuso a una
política pública federal fue el caso de la maestra Gordillo cuando se negó
frontalmente a considerar que la permanencia en el empleo formara parte de la
reforma educativa. Lo pagó con la cárcel acusada de cualquier cosa, cualquier
cosa era buena para el efecto.
Las
dirigencias del SNTE han tenido encomiendas específicas desde el poder. La tarea
de Jonguitud desde 1972 fue sostener la Ley Federal de Educación de 1973 y los
inicios de la descentralización arrancada en 1978.
El arribo de Elba Esther
Gordillo en 1989 tuvo como objetivo apoyar el Acuerdo Nacional para la
Modernización de la Educación Básica (ANMEB) de 1992, que Jonguitud ya no quiso
encabezar, y la Ley General de Educación de 1993.
La dirigencia actual, nacida
en febrero de 2013, con los procedimientos de todas las anteriores (relevo por
la vía violenta desde el poder público), tiene como tarea sostener la reforma
educativa sin reservas y sin protestar, cosa que Gordillo correctamente no
quiso afrontar porque implicaba traicionar a sus representados y exponer al
desamparo a sus familias.
Cambiado el signo en el gobierno las dirigencias actuales
del SNTE se encuentran en una encrucijada: ¿cómo cambiar el discurso?
Las
dirigencias actuales del SNTE (la nacional y 61 seccionales que conforman el
Secretariado Nacional) firmaron un desplegado el domingo 8 de julio para
felicitar a López Obrador por su triunfo.
En el tercer párrafo se reitera su
postura en favor de la reforma educativa. Dice ese párrafo del desplegado que
el SNTE (realmente sus cúpulas, porque las bases y el nuevo gobierno son adversos)
“reiteran su compromiso con la vigencia del artículo 3º. Constitucional”. El
artículo 3º. en su fracción III contempla la evaluación docente para efectos de
la permanencia. Insisten, pues, en defender el encargo que tienen (la reforma) para
el cual nacieron en 2013 en Guadalajara.
Derivado
de crisis electoral, se citó al SNTE (otra vez a las 62 cúpulas, las bases
están ajenas) con carácter ‘confidencial’ para el lunes 9 de julio en lugar y
agenda desconocidos.
No se ha informado de los temas tratados pero la reunión
concluyó sin el comunicado firmado de siempre lo que da un indicio de que (al
parecer) no se logró la unanimidad de los respaldos a la dirigencia nacional.
Dice
el Comunicado 23 del SNTE publicado el mismo día 9 de julio, sin firmas, que los dirigentes de todo el país refrendaron su respaldo
al presidente de la organización; sólo lo dice, no se sabe si fue cierto.
¿El sustento para la duda? Lo planteo: ¿por qué hubo un desplegado con firmas
para saludar a López Obrador pero no hubo uno igual, con firmas, para respaldar
expresamente al presidente del SNTE y al CEN si el órgano de gobierno es el
mismo, el Secretariado Nacional? También, ¿por qué no fue citado mejor el
Consejo Nacional?
Además,
respaldos de este tipo realmente no son significativos. Uno idéntico al
supuesto respaldo del lunes 9 de julio se le brindó a Gordillo en febrero de 2013
pero cuando el gobierno dio el manotazo sobre la mesa el supuesto respaldo desapareció
instantáneamente y todos se escondieron bajo los escritorios mientras la
maestra Gordillo iba a prisión en solitario. Algo igual podría ocurrir hoy y
todos ellos lo saben.
Hubo un
momento a principios de 2013 en que el sindicato abandonó su voluntad de
servir. Las dirigencias del SNTE tenían una doble
representación del magisterio: la laboral y
la política; de ambas se vació. De la laboral, con la reforma educativa 2013;
de la política, con la elección presidencial 2018 donde el magisterio se fugó
hacia Morena.
Nótese que aún no hay una fotografía
salvadora con Esteban Moctezuma para lucirla en el portal electrónico del SNTE;
es indicio de algo. Quizá López Obrador haya compartido con Moctezuma que es
hora de valorar el arribo de otra dirigencia a respaldar las políticas
educativas de su gobierno para no pasar a la historia como un Vicente Fox.
Perdió la dirigencia del SNTE su brazo
político en Nueva Alianza y es la hora de revisar también lo que se presenta
como su brazo académico, el Sinadep, y su relación con la entidad privada conocida
como Aliat Universidades, de la que hay una página en Wikipedia.
El Presidente constitucional electo, López Obrador,
sabrá pagar el apoyo recibido a su candidatura desde las Redes Sociales
Progresistas RSP y desde la asociación civil Maestros por México MxM, doble
plataforma para cuando sea el momento álgido de la disputa jurídica y política por
un SNTE que fue reducido a escombros en el transcurso de los últimos cinco años.
Pronto se dará la pelea final para levantar
del suelo a un sindicato que nos dejó abandonados a nuestra suerte, que perdió
el rumbo, que prefirió defender las playas, los popotes y la vaquita marina y
no a los trabajadores.
Cuando la batalla final se dé, convenientemente Amlo y
Moctezuma, silbando con discreción, sabrán mirar hacia otro lado.
Twitter @WenceslaoXalapa