2018: qué hicimos y en qué quedamos
Wenceslao
Vargas Márquez
El año
político y electoral 2018 que ya concluye se conformó con un conjunto de
decisiones primero individuales (credencial INE en la mano), luego grupales y
colectivas (municipales y estatales), para dar fin a un régimen en crisis. Por
crisis entiendo la imposibilidad de la eficacia; por ineficacia entiendo la
dificultad de lograr los fines del Estado. ¿Qué hicimos y en qué quedamos? Daré
un esbozo de mi interpretación:
En
pocos días, sesenta, ochenta días, el PRI cumpliría noventa años a cargo del
país; no cumplió los noventa: sólo estuvo 89 años más nueve meses. Su desempeño
al lado del PAN en la última treintena de años obligó al electorado a decir ya
basta el primero de julio reciente. Los ciudadanos nos enfrentamos en las urnas
a la opción de la continuidad o de la rápida ruptura con un régimen
desfalleciente que ya no podía más. ¿Cómo lo hicimos? Los electores lo hicimos
de la siguiente forma:
En
Veracruz se nos preguntó a los ciudadanos si queríamos al PRI o al PAN de
siempre o a un profesor con escasa experiencia política. Los veracruzanos rechazamos
al PRI y al PAN y nos decidimos mayoritariamente por el profesor a sabiendas de
que se cometerían errores y de que por momentos habría la percepción de
ausencia de gobierno.
En diversas partes del país se le preguntó al electorado
si querían al PRI o al PAN con sus (pocos) docentes militantes partidistas
alineados con el PRI y el PAN, y los electores optaron por lo opuesto: votaron
por cualquier cantidad de profesores diputados federales salidos de las filas
de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y grupos
afines que hoy tienen en sus manos revertir el agravio que fue la reforma
educativa. Una maestra de la CNTE preside la Comisión de Educación de la Cámara
de Diputados. En la Legislatura de Veracruz hay cuando menos tres diputados
militantes del otrora opositor, hoy gobierno, Movimiento Magisterial Popular
Veracruzano (MMPV). ¿Quién es responsable en última instancia que en Veracruz
tengamos al polémico Secretario de Educación que tenemos? La respuesta es
simple: el PRI y el PAN, que trabajaron arduamente para ser repudiados en las
urnas.
Crédito: DepositPhotos |
En Baja
California se le preguntó a los ciudadanos si querían al PRI, al PAN o a una
dama a la que las redes denominaron #LadyChampaña. Sobra decir que los
ciudadanos desdeñaron al PRI y al PAN y apoyaron a LadyChampaña para senadora (hoy
suspendida un año en sus derechos dentro de Morena).
En San Luis Potosí se les
preguntó a los ciudadanos si querían al PRI, al PAN o un ciudadano, ex adicto,
tatuado. “Me han dicho ‘naco, cholo, brayan’, me han barrido con la mirada por
mi apariencia”, comentó al portal Verne el 5 de julio. Sobra decir que los
ciudadanos desdeñaron al PRI y al PAN y apoyaron al cholo tatuado, apoyaron a
Carrizales, el Mijis.
En Morelos se
les preguntó a los ciudadanos si querían en el gobierno al PRI, al PAN o a un exfutbolista.
Sobra decir que los ciudadanos desdeñaron al PRI y al PAN y apoyaron al
futbolista. De tal tamaño fue el repudio por los partidos tradicionales.
En la
Ciudad de México se les preguntó a los electores si querían como diputado
plurinominal a alguien del PRI o del PAN, o a un ciudadano ciego, físicamente
invidente. El electorado se decidió por el diputado ciego, Hugo Ruiz. De ese
tamaño fue el rechazo por los partidos políticos de siempre. La lista es
interminable. ¿Le seguimos?
En las
urnas de julio preferimos a Lady Champaña, al naco, al futbolista y al ciego y
a muchos otros por encima de la remota posibilidad de un triunfo de los
profesionales del PRI o el PAN. Como partidos y como gobiernos establecidos
llegaron a sus últimos límites. ¿Qué parte de estas afirmaciones no entienden?
Después
de 90 años de destrozos dejan al país
con más de 60 millones de pobres y pobres extremos, y 10 billones de
pesos de deuda. Dejan gobiernos estatales y municipales y universidades en
quiebra sin recursos para pagar lo elemental. Una idea política básica sería
que prudentemente guardaran silencio después de 90 años de desgracias
nacionales y saqueo pero la democracia tolera.
No puedo fijar la mirada en las
cosas buenas (varias) que hizo el PRI desde los años 40 hasta los años 70 del
siglo pasado. Debo fijarme en el lamentable saldo final, que es un saldo
deplorable. Así lo hicimos los electores el primero de julio. Ahora tratemos de
responder en qué quedamos.
Quedamos
en que le dimos el poder a un hombre, Andrés Manuel López Obrador, para que
este hombre, con un legislativo favorable y un poder propio constitucionalmente
unipersonal, componga lo que otros destruyeron. Es el grito desesperado de una
sociedad saqueada, golpeada, exánime.
Las veces que se supo de la corrupción
(principalmente) en el sexenio PRI 2012-2018 fue gracias a la acción
periodística (La estafa maestra, La casa blanca, etc.) o a la sociedad
civil (Sicilia, los 43, etc.). Las instituciones en conjunto fracasaron.
Llámese INE, ASF, PGR, SCJN, INEE, contralorías estatales, legislativos
locales, etc., etc.
A esas corporaciones la sociedad le dio vuelta y medio año
después, ya acaba diciembre, siguen sin enterarse y entenderlo. Alegan el árbol
y no vislumbran el bosque. Así mueren las
democracias, escribieron Levitsky y Ziblatt recientemente.
Así lo
hicimos y en eso quedamos. Votamos repudiando a los de siempre con esperanza en
la regeneración nacional, y dejamos en el mando a un solo hombre con la idea de
que gobierne y Conduzca (con mayúsculas), sin consultar tanto pues conoce de
sobra lo que queremos, y porque todo lo demás, en un solo día de julio, colapsó
sin remedio.
Así lo hicimos y en eso quedamos. Con renacida esperanza, quienes
seguimos a la espera de justicia le damos la bienvenida al 2019.
Twitter @WenceslaoXalapa