Elecciones y lecciones
Wenceslao Vargas
Márquez
Culminó el
proceso electoral 2017 en el país. Participó Veracruz con elecciones
municipales, más las elecciones de gobernador en Nayarit, Estado de México y
Coahuila.
En las
municipales de Veracruz el denominador común fue la carencia de propuestas claras
de trabajo. Apenas un tríptico recibe el ciudadano común en su casa. Pobreza en
la propuesta, pobreza en la argumentación y pobreza en el debate. Se trata de
una clase política que usa mucho dinero público y cantidades no determinadas de
financiamiento extralegal.
Los escándalos
mediáticos que hubo a fines de abril y en mayo en torno a la diputada Cadena del
partido Morena es, quizá, la causal más importante para la caída porcentual de
este partido. En Las Choapas, cuna del escándalo de los videos, Morena cayó al
tercer lugar y gobernará el PT. Una sorpresa es la de Nueva Alianza frente al
Morena en cantidad de presidencias municipales. El PRI, obtuvo una muy baja
cantidad de votos producto de las dos malas administraciones estatales que
precedieron al bienio actual.
Lo que notamos en conjunto es una escasa
participación y una fuerte dispersión del voto con un electorado al que no le
queda muy claro un rumbo por seguir (independientemente del resultado de la
alianza PAN-PRD). Esa dispersión se ve en triunfos de partidos numéricamente
pequeños que se alzan con presidencias municipales para sorpresa de sus propios
dirigentes.
Han transcurrido
dos siglos de iniciadas las elecciones en México. En 1812 se hicieron por
primera vez unas elecciones parroquiales con base en la constitución de Cádiz.
En estos dos siglos continuos no ha habido etapa alguna en que las elecciones por
calidad y limpieza del proceso dejen satisfechos a los analistas.
El Diario, de Federico Gamboa.
Leo el Diario de Federico Gamboa, escritor y
diplomático porfirista, autor de la celebérrima novela Santa, tan vinculada a la historia del cine sonoro mexicano. En la entrada
del 26 de junio de 1910 dice que ese día es de elecciones. “Naturalmente, yo no
voté. ¿Con qué objeto?”. Gamboa deja el proceso electoral en manos del
caudillo. Lo que el caudillo diga está bien, dice este ilustrado académico de
la lengua, que hablaba y escribía fluidamente en tres o cuatro idiomas. El voto
universal le parece un fastidio irresponsable. En la entra del 30 de mayo del
mismo año dice que “los grandes electores han sido siempre el gobierno y el
dinero (más el dinero que el gobierno, supuesto que a los gobernantes también
la codicia los tienta y vence)”.
Y así, en cualquier época de nuestra historia
que se revise habrá el señalamiento de la mala calidad y el desaseo de nuestros
procesos electorales. Doscientos años después de las primeras elecciones
parroquiales de 1812, y cien años después de Federico Gamboa, seguimos
careciendo de una clase política consciente de que gobierna a un pueblo de
escasos recursos económicos y alfabetización insuficiente.
Se ha dicho que
unas elecciones modelo fueron las del presidente Madero. Disiento, porque si ha
habido una elección con un ganador ya conocido previamente es esa. ¿Quién podía
ganarle a Madero en 1911? En la elección de Madero, además, no votaban las mujeres. ¿Cómo puede ser la de 1911 un modelo de democracia electoral? Otra fue la de José López Portillo que marchó en
solitario durante la contienda presidencial de 1976.
A López Portillo
se le enfrentó en solitario, y sin registro oficial, un hombre a quien
agigantan los años: Valentín Campa. Campa pensaba que alguien debía luchar en
las urnas a pesar de la segura derrota. Fue un mexicano de la época en que la
izquierda nacional era digna de su nombre; otra época fue la de Heberto
Castillo. ¿Alguien se imagina a Valentín Campa o a Heberto Castillo peleando maletas de dinero vía telefónica, o pidiendo 'una bolsita' para guardar efectivo mal habido?
Del abuso electoral de la campaña electoral de 1976 nació la reforma de Reyes Heroles y el mundo electoral pluripartidista y proporcional de ahora. Hoy, la supuesta izquierda mexicana tiene una larga cantidad de simuladores.
Del abuso electoral de la campaña electoral de 1976 nació la reforma de Reyes Heroles y el mundo electoral pluripartidista y proporcional de ahora. Hoy, la supuesta izquierda mexicana tiene una larga cantidad de simuladores.
Hoy, en la
segunda década del siglo XXI, lo que domina las contiendas electorales no son las propuestas de políticas públicas viables, son las
redes sociales (muchas anónimas y automatizadas con robots informáticos). Otro factor dominante indeseado es el de las
noticias falsas y el de las encuestas. Las noticias falsas (fake news en inglés) toman desprevenido
al elector promedio dentro de la selva interminable que es la red de redes con
consecuencias aún no estudiadas desde la academia. Las encuestas son otro
motivo de incertidumbre. Se han degradado a ser, muchas de ellas, apenas
instrumentos de campaña. Redes sociales anónimas, noticias falsas y encuestas
pervertidas son el Golem a vencer en nuestro siglo XXI.
En otra
vertiente digna de análisis profundo y de severa crítica es poner sobre la mesa
el que hay candidatos ven en el cargo público una excelente oportunidad para
resolver el problema económico familiar de dos generaciones, la propia y la de
los hijos; si no es que tres generaciones: la de los hijos, la propia y la de
los padres y suegros. ¿Cuántos buscaron que su nombre apareciera en la boleta electoral municipal por ese crematístico motivo?
De este tema y
dilema ético y moral se derivan las camadas sexenales de nuevos
multimillonarios. Hoy se sabe que hay al menos 16 exgobernadores presos o en
líos con la justicia. A los electores nos queda el maltrecho y lánguido derecho de decidir en las urnas quién será
el próximo saqueador del erario. Por eso, de alguna forma, lo que dijo Gamboa
en su Diario cobra sentido y es directriz para la mitad de electorado
nominal que no asiste a las urnas. ¿Votar?, ¿para qué?
Nuestro sistema
electoral ha tenido algunos modestos avances en dos siglos de camino rumbo al
voto universal. Unos logros son los funcionarios de casilla insaculados, la
credencial con fotografía, las urnas transparentes, las listas públicas de
electores, pero no ha podido curarse de sus dos enfermedades más graves: la
intromisión del gobierno en turno y la corruptora intromisión del dinero como
fiel de la balanza.
Algo más debe
moderar o desaparecer la reglamentación electoral: los funcionarios chapulines
que saltan de cargo en cargo sin concluir ninguno. Una nota del 3 de marzo de
2017 describe al actual gobernador de Michoacán como “el chapulín más grande
del país”. Ahora quiere ser presidente y abandonar el gobierno de Michoacán.
Coincido con el articulista en que Aureoles, de ser presidente, pedirá también licencia. Aquí
queremos puntualizar, con toda precisión, que si compite y gana (ajá) en
2018, pedirá licencia en 2020 para competir por la dirección general de la
Unesco.